Despúes de bajar de esa pequeña
avioneta, lo que me esperaba era la inmensidad de la selva.
Tikal nos recibió con un pequeño
chaparrón y enormes árboles que casi tapaban el cielo.
Con un calor sofocante comenzamos la
caminata a las profundidades de la selva, y de vez en cuando, bajo la
maleza comenzaban a verse restos de algunas construcciones.
El gran impacto fue cuando al salir a
un lugar más despejado apareció la pirámide de “El gran Jaguar”
y al entrar en lo que sería la antigua plaza, se ve todo un cortejo
de pirámides alrededor. Subir allá arriba y observar desde lo alto
la grandeza del lugar en el que estaba y contemplar como otras
pirámides sobresalían majestuosas sobre los altos árboles, es algo
que no podría describir: paz, libertad, alegría...
A cada paso que dábamos y cada
historia que nos contaban venían a mi cabeza imágenes de la
película animada “El Dorado”: nos contaron la historia de dos
dioses que guardaban a los grandes jugadores de pelota, estuvimos en
esos campos de juego donde había que colar una pelota golpeándola
con la cadera, los pies o los hombros... Era como estar dentro de la
película, solo nos faltó que hicieran algo de brujería.
Quizás lo que más me llamó la
atención fue la gran atención que ponían los “científicos” en
la naturaleza para controlarlo todo: hacer calendarios, precisar el
momento de siembra y cosecha... Pero como su información al final
era emitida por sacerdotes que atribuían su conocimiento a
información que le daban los dioses... Supongo que desde la
antigüedad, se controla la información que se da al pueblo para
tenerlo contento y calmado.
Aun así, otra cosa que me sorprendió
fue que nuestro guía insistió en que el pueblo maya no desapareció.
Dadas las condiciones del lugar que escogieron para vivir al final
tuvieron que irse (sobre todo por problemas de abastecimiento de
agua) y se fueron integrando en el medio rural. De hecho, aquí en
Guatemala hay iglesias en las que se celebran conjuntamente misas
católicas y mayas.
Esta primera escapada me ha puesto en
contacto con una cultura que en Europa solo se conoce como “el
sitio que conquistamos” (o aniquilamos, sometimos, colonizamos,
invadimos... usad la palabra que queraís), completando ahora parte
de la historia de nuestro mundo con “la historia de los
perdedores”.
(Dedicado a Panda Dormilón)
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