martes, 14 de agosto de 2018

HIPPIELAND



Después de un viernes desesperante por fin me fui a La Antigua Guatemala, donde pasaría mi finde con una de mis compis de trabajo.
La verdad es que casi todo lo que hice y ví, me recordó por momentos a mi querida Granada.
Para empezar, me quede en un albergue como muy... no se, llamémosle alternativo, estaba entero pintado como muy psicoldélico, tenía una piscinilla, un bar... todo lo necesario para pasar un buen finde de desconexión.
Esta primera noche fuimos recorriendo varios bares de La Antigua, todos de rock, cumbia... y al final acabamos en un parque con un grupo de chavales, tocando la guitarra y bebiendo como si estuvieramos en cualquier rincón del Albaicín.


Al día siguiente recorrimos de una punta a otra el mercado, y de verdad salvo los grandes zocos de Marruecos, nunca había visto nada tan caótico.

Por la tarde subimos al Cerro de la Cruz, y cambié las vistas a la Alhambra por los volcanes Agua, Fuego y Acatenango.


Y como no podía ser de otra manera, por la noche... de bares. Fuimos a ver un concierto de los chavos que vimos la noche anterior. Su grupo se llama Chinga la Maruca y lo conforman viajeros que se conocieron acá en La Antigua y al final de tanto quedar formaron un grupo.


Quizás pensaís que el domingo ya es día de recuperarse y mentalizarse para el lunes... pues no, a medio día nos fuimos a una fiesta al aire libre en un pueblo cercano, para aprovechar hasta el último minuto de fin de semana antes de volver a nuestro pequeño redil semanal.




PD: No se como salí un día con mis compis de trabajo a montar en bici (después de llevar más de 5 años sin cogerla). Se suponía que íbamos a ir por una ruta “fácil” y me ví bajando barrancos (donde me caí) y atravesando ríos (donde la caída supuso, además, un baño). Aun así mereció la pena y me sentí bastante orgullosa después de los 14 km de ruta.
Salí un dia con mis compis de trabajo a montar en bici (después de llevar más de 5 años sin cogerla). Se suponía que íbamos a ir por una ruta “facil” y me ví bajando barrancos (donde me caí) y atravesando ríos (donde la caida supuso, además, un baño). Aun así mereció la pena y me sentí bastante orgullosa después de los 14 km de ruta.

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