La verdad es que soy una persona que no se acostumbra a las costumbres y por probar suerte pedí en la universidad unas prácticas de empresa que fueran fuera de Europa. Pero la verdad es que con mi "buena suerte" no esperaba que un día mi nombre apareciera en esas listas:
"PROYECTO ACEPTADO PARA GUATEMALA".
Esto sucedió a mediados de Marzo, y la verdad es que en aquel momento me pareció algo tan lejano que en mi cabeza quedó asumido así, sin más.
El tiempo fue pasando, mi vida durante los últimos meses ha sido ansiedad pura entre terminar el trabajo de fin de máster y el caos personal que suele protagonizar mi vida. Y sin comerlo ni beberlo, llega el 25 de Julio, de repente mi cabeza saca de ese rincón en el que había estado guardado todo este tiempo las palabras "te vas a Guatemala".
Entre el 25 y el 28 todo fue hacer maletas, acabar mudanzas y despedidas... muuuchas despedidas, en las que todos me deseaban buena suerte y que lo pasara genial con fuertísimo abrazo (de esos de más de 20 segundos para reducir el estrés) y que yo recibía con media sonrisa en la cara y el miedo a la añoranza.
Y así, el sábado 28 de julio, para cuando quise darme cuenta estaba en la T1 de Barajas esperando a comerme más de 10 horas de vuelo. Y tengo que decir que la sensación fue agridulce, porque en todos los aeropuertos facturas despedidas y recoges una bienvenida.
Pero aún así, subida en ese enorme avión camino de Atlanta, aún no me lo creía. No fue hasta que comencé a embarcar en el avión a Guatemala (13h después de haber salido de España), hablando con todos los gutemaltecos que subían también a ese avión, que apenas me quedaban 4h para llegar al destino donde pasaría las 8 próximas semanas.
Cuando comencé a ver las luces de Ciudad e Guatemala desde el avión solo quería aterrizar y bajar de allí. Y al llegar, me permití parar un minuto después de bajar las escaleras del avión para respirar profundamente. Ya era real, estoy en la otra punta del mundo.
Al llegar a mi alojamiento no sabía que hacer, quería dormir, salir a la calle, comer, echarme un cigarro, que fuera de día... Opté por salir al balcón de mi habitación y repetírmelo una vez más "estás en Guatemala"
Ahora solo me queda esperar a ver como me trata este país para saber si me curará la demencia o volveré aun más de-mente